miércoles, enero 30, 2008

For your consideration


A dos semanas del estreno de la última cinta de los hermanos Coen, a tres de la esperada “There will be blood” y a cuatro de la noche de los Oscars, no puedo por menos que elogiar el duelo entre la “tradición” de la América pequeña y la “tragedia” de la gran América que los hermanos más indies enfrentan al megalómano P. T. Anderson (¡y menos mal! Los metrajes largos le sientan mejor a este gran cineasta; sus películas más cortas suelen ser infumables). La madrugada del 24 al 25 de febrero veremos si el desempate recae a favor de la adaptación de Cormac McCarthy o la de Upton Sinclair.
No country for old men” ya ha logrado encumbrar a mi poco apreciado Javier Bardem a lo largo de un reguero de merecidísimos premios. Donde otros habrían compuesto un personaje convencionalmente macabro, el español ha logrado, si bien no sacar petróleo de un papel con grandes posibilidades, hacer halago de la mínima expresión y bordar a su peligroso y dadaísta psicópata. Mientras, Joel y Ethan adaptan con la suficiente fidelidad la novela del prestigioso Pulitzer y, una vez más, logran demostrar que no usan de forma especular su bagaje cultural (cinematográfico y literario principalmente), sino que asimilan y tamizan material ajeno transformándolo en obras de autor. En esta película de muchos y logrados silencios, de expresiones y arquetipos, cada travelling dura lo que tiene que durar, desde el rodaje a la sala de montaje; cada imagen responde al ligero matiz que compone una identidad cromática particular; y cada paso es ensayo y acierto rítmico e interpretativo (no sólo actoral: entiéndase el interpretar en todos los sentidos).
Por desgracia, a los Coen se les escapan (olvidemos la novela: estamos hablando de una película) algunas secuencias que quizás no consideren necesarias, pero que el espectador medio agradecería para seguir la trama con fluidez y ceder su credulidad sin ambages. No obstante, escenas como la de la puerta de la habitación de hotel, entre Brolin y Bardem, o el encuentro entre el siempre fabuloso Tommy Lee Jones (este año candidato por su desgarradora composición de “El el valle de Elah”) y Barry Corbin (¿por qué Hal Hoobrok y no él estará en el Kodak Theather?), suponen suficiente muestra de cómo manejar magistralmente cámara, moviola y actores.
No sé qué pasará con la tan impactante como difusa “Expiación”, con la sobrevalorada “Michael Clayton” o con esa comedia tan simpática como convencional que es “Juno”, pero todo parece indicar que este año el duelo por la dorada estatuilla se dirimirá entre “Pozos de ambición” y “No es país para viejos”. Yo ya estoy esperando al 15 de febrero, para llegar al 25 con alguna favorita por la que apostar. Habrá sangre…

Carlitos Superstar


Mi jeto en "Bobinas", el programa de la tele autonómica aragonesa, que se emite esta noche (30-01-08) a eso de las 23.30, más o menos. Una breve intervención hablando de los premios Goya. El guión para la voz en off del reportaje también es (debería de serlo) mío (gracias a Mirella y José Ángel). Más que nada por si quereis verme y oírme, a los que no teneis bastante cruz con leerme (mi chica ni siquiera sabe de qué hablo cuando le paso mis textos...). Redifusión del invento: madrugada del sábado 2 al domingo 3 de febrero (sobre las cuatro o algo así: cuando volveis "pedaleando y sin tándem" después de una noche de juerga). Informados quedais...

sábado, enero 26, 2008

Agencia de información


Quizás la memoria nos engañe y sobrevaloremos la versión que de las aventuras de los inefables Mortadelo y Filemón hizo en su momento el talentoso Javier Fesser. Cierto es que a él se debe el imposible: concitar la credulidad surrealista de los tebeos del maestro Ibáñez y la magia técnica del cine. Tras sus carísimos cortos y su mítico primer largo, Fesser demostró que su universo imposible y kistch casaba a la perfección con el humor plagado de recovecos no tan inocentes y detallitos por doquier del historietista. Además, el universo Ibáñez/Bruguera no se limitaba a los personajes de la T.I.A., sino que extendía sus tentáculos a otras creaciones de la casa, logrando que un producto de singular e impecable manufactura cinematográfica (inusual en el cine español, aunque más aún hace un lustro) fuese fiel al espíritu seriado de los dibujos.

No obstante, ello no es excusa para tildar la película de Miguel Bardem, “Mortadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra” de obra inferior a su predecesora. Bardem ha logrado una filmografía tan impersonal (al contrario que la de su padre) como profesionalmente correcta y eficaz. Y eso también se hace notar en esta comedia: no aporta nada nuevo ni original, pero sabe aprovechar los logros de su antecesora, convirtiéndola en una digna continuación que respeta su estética y sentido del ritmo, a la vez que no olvida la narrativa de su fuente original.

Lo que sucede es que también hereda los defectos del fime de Fesser, de tal manera que la fragmentación de los sketches, más patente aún ahora, impide una narración desfragmentada que, en busca del gag inmediato y la carcajada de punto y seguido, deniega a la historia mayor coherencia y fluidez. Y lo que le perdonamos a “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”, abrumados por lo visual, ya no nos coge de improviso en el nuevo argumento.

De todas formas, el esfuerzo de producción es notable y el resultado más que digno. Los baches en la historia son disculpables y haber perdido tan sólo en el camino a Benito Pocino, sustituido por el resultón y más popular Edu Soto, se olvida gracias a la permanencia de Pepe Viyuela y el resto del reparto anterior. Podría decirse, así, que si la película de Fesser no decepcionó por ser buena, pero que no lo era tanto como se esperaba, la de Bardem no debería defraudar, pues es tan buena como prometía, ya que no confiamos tanto en Miguel como en Javier…

miércoles, enero 23, 2008

Oxford style


Aún recordamos boquiabiertos la decisión de Álex de la Iglesia de no dirigir “Alien: Resurrección”, trocándola por otra aventura internacional pero afín a sus pretensiones de autoría: “Perdita Durango”. De la Iglesia, cada día más suelto técnicamente, me resulta tan barroco como fatuo argumentalmente desde entonces, y eso teniendo a Gerricaechevarría, el gran hacedor de cine de género y comercial que (afortunadamente) no parece patrio, como fiel co-guionista.

Años después, felizmente “vendido” al cine de encargo en el que se crearon mitos como Ford o Hitchcok, el vasco hace lo mismo que con “Perdita…”: fidelidad a un novelista (entonces con Barry Gifford; ahora con el argentino Guillermo Martínez), dejando la cacareada autoría al responsable del negro sobre blanco.

Con “Los crímenes de Oxford”, el orondo, simpático, eficaz y esperado director hace lo que J. A. Bayona con “El Orfanato”: una película que no parece española y que como tal arrasa en taquilla (el patio de butacas hasta la bandera en mi sesión: tercero de los cuatro pases del viernes de estreno), pero que no deja de ser un producto gris en el maremagno de producciones similares con auténtica etiqueta hollywoodiense. Al menos, Bayona puede revender su producto; con el barbilampiño Elijah Word y el magnífico John Hurt, de la Iglesia se enfrenta sólo, sin remake posible, al mercado internacional. Merece suerte, pues el acabado formal (de lo visual a lo más artístico, como la partitura del fabuloso Roque Baños, ¡sí: el director de orquesta en esta ficción!) es impecable.

Pero la trama… Le pones matemáticas al aderezo y los pobres mortales del EGB (¡ni me imagino los de la ESO!) sufren con las herméticas ciencias que nos mortificaron en el cole y que hacen millonarios a los hermanos Scott con su magnífica producción detectivesca para tv “Numbers”. Las aventuras de los ficticios hermanos Epps también son género puro y comercial, trama policiaca vulgar (para el vulgo, se entiende), pero están mejor explicadas, más caladas en la trama y apenas trampean con la lógica: tres defectos de la película del español (y la novela del chévere), que entre números y filosofía, se pretenden ocultar pistas inexistentes, malvados de medio pelo, motivaciones rebuscadas, falta intencionada de algunas secuencias/escenas, flashbacks y flashfowards innecesarios, finales alternativos y… todo ello para llegar a la típica escena de intriga de salón, a lo Agatha Christie, donde la resolución de los archiensalzados crímenes pretende resultar asombrosa cuando apenas llega a simpática.

No obstante, la cinta supone un conjunto agradable de ver, generosa en los desnudos de la venérea Leonor Watling, aunque cabe preguntarse el porqué de la insistencia de desarrollar la acción en un 1993 de zapatófonos… ¿quizás para justificar la edad de algunos personajes semi-históricos? Las respuestas las tiene el bueno de Álex, presto a seguir su aventura en inglés con una adaptación de “La marca amarilla”, una aventura de los personajes creados por el seguidor de la escuela de la línea clara Edgar P. Jacobs, al que sus seguidores hicieron favor despojándole de tanta letra a un cómic cuyos mejores títulos son apócrifos: mi favorito, “La maquinación Voronov”. A lo mejor, para de la Iglesia, estas aventuras retro son una forma de quitarse la espinita de no haber adaptado a todo trapo a Sax Rohmer. Ojalá también llegue y, para entonces, a él y a su co-guionista les importen más los hechos que las hechuras…

jueves, enero 17, 2008

Foto de buen rollo


Para Pepe y los demás amigos... ¡Ay, mis vacaciones en Lisboa con la churri!

Reborn


Tras meses de desespero por no hallar mi contraseña, lo que me impedía acceder a este mi blog, y justo el día en que he estado a punto de abrir uno nuevo, encuentro la clave de acceso y vuelta a las viejas costumbres... Para mi ángel blanco, seguiré como el agente 008 en los blogs del Qué! Pero para el demonio rojo (homenaje encubierto al delicioso personaje del gran Mauro Entrialgo) que se posa sobre mi hombro zurdo, los posts más gamberros recalarán bajo la firma del inconformista Dr. Sugrañes. Para abrir boca, os regalo una foto de cuando me estaba comiendo un cáncer (YA SUPERADO), colección primavera verano, con aderezo de quimio.