sábado, enero 26, 2008

Agencia de información


Quizás la memoria nos engañe y sobrevaloremos la versión que de las aventuras de los inefables Mortadelo y Filemón hizo en su momento el talentoso Javier Fesser. Cierto es que a él se debe el imposible: concitar la credulidad surrealista de los tebeos del maestro Ibáñez y la magia técnica del cine. Tras sus carísimos cortos y su mítico primer largo, Fesser demostró que su universo imposible y kistch casaba a la perfección con el humor plagado de recovecos no tan inocentes y detallitos por doquier del historietista. Además, el universo Ibáñez/Bruguera no se limitaba a los personajes de la T.I.A., sino que extendía sus tentáculos a otras creaciones de la casa, logrando que un producto de singular e impecable manufactura cinematográfica (inusual en el cine español, aunque más aún hace un lustro) fuese fiel al espíritu seriado de los dibujos.

No obstante, ello no es excusa para tildar la película de Miguel Bardem, “Mortadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra” de obra inferior a su predecesora. Bardem ha logrado una filmografía tan impersonal (al contrario que la de su padre) como profesionalmente correcta y eficaz. Y eso también se hace notar en esta comedia: no aporta nada nuevo ni original, pero sabe aprovechar los logros de su antecesora, convirtiéndola en una digna continuación que respeta su estética y sentido del ritmo, a la vez que no olvida la narrativa de su fuente original.

Lo que sucede es que también hereda los defectos del fime de Fesser, de tal manera que la fragmentación de los sketches, más patente aún ahora, impide una narración desfragmentada que, en busca del gag inmediato y la carcajada de punto y seguido, deniega a la historia mayor coherencia y fluidez. Y lo que le perdonamos a “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”, abrumados por lo visual, ya no nos coge de improviso en el nuevo argumento.

De todas formas, el esfuerzo de producción es notable y el resultado más que digno. Los baches en la historia son disculpables y haber perdido tan sólo en el camino a Benito Pocino, sustituido por el resultón y más popular Edu Soto, se olvida gracias a la permanencia de Pepe Viyuela y el resto del reparto anterior. Podría decirse, así, que si la película de Fesser no decepcionó por ser buena, pero que no lo era tanto como se esperaba, la de Bardem no debería defraudar, pues es tan buena como prometía, ya que no confiamos tanto en Miguel como en Javier…