sábado, octubre 10, 2009

Negocio tridimensional


Los fabricantes de televisiones están contentos con la tecnología 3D. Hace décadas, el cine era un espectáculo de masas, incluso tras la llegada de la televisión y su posterior uso generalizado, porque era asequible. Tras el acontecimiento de los grandes estrenos, existían los cines de barrio, los reestrenos, las sesiones contínuas y una retahíla de precios que se adjudicaban a las diversas entradas disponibles. Ahora, ir al cine siempre es caro, independientemente de la calidad de la película, y aún más si invitamos a la pareja o familia y nuestra generosidad se extiende a los consabidos palomitas y refresco. ¡Qué coño: es caro aunque vayas solo y no consumas porquerías! Así que nos quedaba la televisión.

Todos hemos conocido las televisiones que han aguantado en casa 20 años o más. Cambiábamos cuando no quedaba otra o porque nos queríamos dar un capricho. Pero si el viejo aparato funcionaba, acababa en otra estancia del hogar hasta que reventase. Eso, naturalmente, no era negocio. Negocio era hacerte comprar el dvd, luego el HD-DVD y finalmente el Blu-Ray en cuestión de un lustro y sin la seguridad de que ahí acabases de gastar en productos obsoletos a cortísimo plazo.

De tal manera que, de repente, la TDT era imprescindible. Si no queríamos tirar las teles a la basura, debíamos comprar un codificador (varios, si no queríamos dejar los antigüos receptores en un "punto limpio") para disfrutar de una nueva era de prodigios técnicos y riqueza de contenidos que aún brillan por su ausencia o mal uso.

Pero eso no era suficiente: había que comprarse televisiones planas, que era lo cool: ¿plasma o LCD? Luego, vino la necesidad (el ciudadano lo reclamaba antes que salir de la crisis económica, por lo visto) de imponer por Decreto ley la tv de pago, con lo que comenzábamos a asignar a los receptores la carrera impuesta a los formatos de reproducción. Lo comprado hace meses, barato o caro, quedaba viejo si querías disfrutar de contenidos de calidad (?) bajo pago. El PPV, ya existente, pero no con tal descaro, avanzará en los canales hasta ahora destinados a la teletienda, generando dos clases sociales que vean la televisión: los ricos con su fútbol, su cine y demás contenidos de calidad; y los pobres con su prensa rosa y amarilla y los culebrones.

¡No se vayan, amigos, que aún hay más! A medio plazo llegarán los programas 3D y, entonces, los que compramos LCD´s de 50" con lector de tarjetas (aunque jamás fuésemos a usarlas) también estaremos en el rango de pobretones que accederán a la televisión de calidad baja. ¿Y quién nos dice que ahí quedará la cosa? La televisón, finalmente, será otro artículo de lujo (como hace décadas) y su disfrute distinguido a las clases altas o a quien esté dispuesto a endeudarse para satisfacer los bolsillos de los poderosos.

La televisión no es la última frontera (¿cuándo, antes del €uro, hemos pagado 2.000 pesetas por una edición de bolsillo? ¿Cuándo, antes de la UE y la SGAE, hemos hablado de acceder a las bibliotecas públicas so pena de pago?), pero, hoy por hoy, es una de las más evidentes de que nos dejamos timar.

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1 Comments:

Anonymous missmole said...

Yo por la tecnología 3D no voy a pagar ni un duro. No deja de ser curiosa, cierto, pero no me aporta nada.

Suerte que de momento lo de las bibliotecas de pago se ha perdido en el maremagnum de ideas lanzadas a ver si cuelan, aunque no me extrañaría que cualquier día nos lo encontráramos de repente.

6:47 p. m.  

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