miércoles, mayo 24, 2006

La memoria perdida


De aquella época infantil de la que apenas recordamos flashes dispersos, se grabaron en mi memoria dos imágenes. La primera, que recuerdo con cariño a pesar de no resultar especialmente significativa, es con mi abuelo materno llevándome de la mano por la Calle Alfonso, mientras yo tiraba de un cordelito a cuyo extremo iba atado un gigantesco (o me lo parecía a los cuatro años, más o menos) avión multicolor de plástico. La segunda, por aquella tierna edad también, es en el jardín de infancia, merendando a base de galletas María y leche templada. Este último recuerdo me vino ayer a la cabeza. No era un momento relevante de mi vida, pero allí está, marcado a fuego. Al menos sé que desde entoces la leche sólo me gusta fría. ¿Quizás evocando la leche caliente con el abandono paternal entre cuidadoras y otros niños desconocidos?