Erotismo

Llega el calorcillo, se van las ropas de abrigo y todos vamos escupiendo feromonas a lo loco. Una de las fantasías que tenemos -¿sólo los tíos?- es la de quedarnos con nuestra jefa a solas en la oficina, y con eso de que no corre el aire y el local no está acondicionado, los sudores lleven a los gemidos. Hoy he vivido en ese escenario, pero la representación erótica antes descrita no ha tenido lugar -como era de esperar-. Mi redactora jefe es de mi generación, luce unas caderas generosas -¡vivan las bragas que sobresalen por la cintura de los vaqueros!- y unos pechos atractivos -¡vivan las camisetas de tirantes!-, pero lo mejor es esa cara llena de morbo que levantaría el ánimo a cualquiera. En fin, reconozco mis limitaciones, pero es una pena que la vida real no se parezca en nada a las pelis porno; claro que en esas pelis yo mediría unos centímetros más, en todos los sentidos menos en perímetro abdominal...

PS: redactando esta entrada acabo de quedar con una cuarentona loca de atar -literal- que me va a complicar la vida, ya lo estoy viendo...

22-5-06: me llama mi redactora jefe para felicitarme por las cuatro páginas (un artículo y una entrevista) que le he entregado para el número de junio de la revista. Me dice que la maquetadora y ella se tomarán una cerveza fresquita a la salud de mi diligencia... ¡Y yo me la imagino echándose todo el copón de Ambar por encima de su camiseta, en plan "Flashdance"!