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Julian Schnabel es un tipo que me gustaría conocer. Por lo poco que sé de su obra, nuestros gustos no encajan. Pero además de un fulano con fama de generoso (con su obra y amigos), un gordo feliz capaz de conquistar a modelos (su esposa lo es) y un anfitrión de Hollywood con título de cónsul oficioso del festival de cine donostiarra, se trata de un cineasta que me estimula y satisface gracias a una corta obra (tres títulos de ficción).
Considero justa su candidatura a mejor director en los próximos Oscar. Hay nominaciones imprescindibles, precisamente porque no han de convertirse necesariamente en premios: la mención ya es digna de consideración. La Escafandra y la mariposa es un trabajo que pretende hacer llegar al público la “visión” de un paciente de infarto cerebral que renace gracias a su bagaje personal, proyectado su rico pasado y febril imaginación en un presente a falta de futuro; empleando el espejo de sus allegados y cuidadores para reflejar sus motivaciones por encima de sus defectos coyunturales. Y se logra a partir de una tan acertada como osada interpretación de un artista con el hálito poético de nuestro orondo, optimista y polifacético director.
La cinta no se hace larga ni tediosa, a pesar de su concepción visual y punto de partida argumental, poco del gusto del acomodado espectador medio que si se atreve a verla queda gratamente sorprendido. Muchos la tildan de seguir la estela de Mar adentro: flaco favor le hacen a Amenábar al comparar obras superiores, sin trampa ni cartón, como ésta o Million Dollar Baby con su lacrimógena (y también admirable, no nos equivoquemos) cinta. El espacio es común: la cama; la prisión corporal… Pero esta narración avanza por otros derroteros, es más feliz y vital.
Mathieu Almaric, próximo villano Bond (que ya compartió créditos con Daniel Craig en el Munich de Spielberg) y clon de Roman Polanski (la esposa de éste hace de la mujer de su personaje), como muestra la foto adjunta a esta reseña, compone como puede, en el maremagno visual de Schnabel y la imposibilidad de su “síndrome de cautiverio”, a su muy real personaje, un ex redactor jefe de la revista gala Elle que escribió, tras quedar paralizado, el libro que da lugar a esta magnífica película. Y digo como puede, que bien lo hace el intérprete, porque tan sólo un parpadeante ojo le permite expresarse (salvo en unos pocos flash-backs).
Una peli fascinante y recomendable que, en su camino a los Oscar, tan sólo ha dejado huella de una semana en las carteleras zaragozanas…
1 Comments:
mejor peli del año, charlie.
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