sábado, febrero 02, 2008

11-S revisitado


La democratización audiovisual impuesta por las nuevas tecnologías digitales ha favorecido no sólo a los principiantes insolventes, sino que reduce la presión financiera sobre los grandes estudios, deseosos de hacer la misma pasta de siempre con la mitad de esfuerzo. Desde aquél espanto aplaudido por perroflautas titulado “El proyecto de la bruja de Blair” y tras la revolución Dogma, ha tenido que pasar una década para que el Hollywood convencional fagocite el estilo descuidado de los torpones y lo regurgite en forma de la serie b de toda la vida. Y ha sido un tramposo con más talento para el engaño que para la narración, J.J. Abrams, quien ha dado en con la fórmula perfecta: el desaliño estético no ha de serlo formal. La falta de dinero no siempre es sustiuída por el exceso de imaginación. Con dieciocho millones de euros, lo que se ve en “Mostruoso” (¡me cago en los que ponen títulos en este país de habas!) aporta credibilidad a cómo lo vemos.

Porque Mons… “Cloverfiel” (!) es un falso documental (eso sí: supuestamente rodado con una cámara casera que parece disponer de una carcasa de adamantium y una batería reforzada nuclearmente) que usa la excusa de un neo-Gozilla de factura yanki para hablar de personas en situaciones límite: la desaparición de un entorno seguro, el miedo a la pérdida y a la propia muerte, la necesidad de ser resuelto en medio del caos y el compromiso interpersonal. La cinta podría bien desarrollarse en el Manhattan devastado del 11-S, donde el desconcierto se dio la mano con tragedias y heroicidades puntuales. Y luchar contra un enemigo imbatible no ayuda…

“Cloverfield” es, para mi sorpresa, una película con gancho, sentido del ritmo –que jamás decae-, con buenos y carnales personajes y una trama no por increíble menos disfrutable. El uso de la cámara resulta apropiado y el soporte de producción que llena el encuadre es encomiable. No importa de dónde proviene el montruo (mitad Godzilla, mitad reina Alien que vomita arácnidos estilo “Starship Troopers”) ni cómo acaba: la chicha está en el meollo argumental, en la ciudadanía y en nuestros cotidianos protagonistas, a los que uno no sabe cuándo perderá en un vano intento de huir del terror sin sentido (al fin y al cabo se enfrentan a las fauces de un animal depredador). Y la peli logra su objetivo: satisfacer plenamente.

Me gustó a mí, le gustó al gran Pepe (gran tema final el de Giacchino; tienes razón, colega) y hasta le molaría al decano de la cinefilia zaragozana, Super Perdi, que también arrastró su abierta mente septuagenaria a este nuevo tour de force narrativo.
(Mi opinión sobre "John Rambo").

1 Comments:

Blogger Pepe said...

Básicamente vi lo que fui a ver, ni me vendieron otra cosa ni me esperaba más.
Mi defecto es que me gustan estas propuestas de pantalla gigante y palomitas. Así que aconsejo a la gente que se aprovisione y pague por ver esos 80 minutos desenfrenados, a ver si recauda y hacen una segunda parte.

1:21 p. m.  

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