Saw X
Resulta que íbamos a ver Saw VI y los censores (¡sí, los hay!) del Ministerio de Cultura cambian el número romano con la restrictiva calificación X porque la película hace "apología de la violencia", uno de los supuestos que alberga la ley de 1982 (!). Lo que todos los fans de una saga en franco declive argumental, que ha mantenido las expectativas recaudatorias por encima del perdido prestigio de las dos primeras entregas, se preguntan es qué perciben los responsables de tal medida que no hayamos visto los demás en los cinco títulos predecesores o en muchos de los estrenos (no exclusivamente del género) que llegan a nuestras salas comerciales. O, ya puestos, que no hayan notado en los EE. UU., muchísimo más severos que Europa en general, y España en particular, a la hora de defender su conservadurismo y mojigatería.
Mientras, Buenavista guarda las copias a estrenar en un almacén y se lanza a la vía del recurso a la espera de que el interés que ha levantado la medida no lleve a los aficionados a quemar la película en Internet antes de que ésta llegue a las salas con retraso. Porque no es ya que la decisión afecte a su comercialidad (ningún menor de 18 años, parte importante de su público potencial, podría acceder a su visionado en cines); es que ante la falta de salas específicas (tan sólo ocho permanecen abiertas en nuestro país) para proyectar cine X, se ha declarado la prohibición casi absoluta de una película en su medio natural de transmisión: el patio de butacas.
A lo mejor es que va siendo hora de revisar ciertas leyes del pasado siglo para que luego los jueces no vayan por ahí secuestrando planchas y otras cosas obsoletas en el XXI...
PS: la primera vez que vi "Garganta profunda" fue en la Filmoteca de Zaragoza, que entonces ocupaba parte del horario de una sala comercial propiedad de una empresa privada. ¿Al ser un ciclo de cine ofertado por un ente cultural municipal se le exoneraba de buscar una sala habilitada para la proyección de cintas clasificadas X?
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