lunes, febrero 25, 2008

La noche y el momento


Fue una noche asequible al aliento: la ceremonia comenzó media horita antes de lo habitual (las dos y media de la madrugada, hora española) y la ceremonia de los Oscars duró dos horas y media, a las que han de sumarse los cortes de publicidad, que aquí se encargaron de cubrir las buenas labores de los veteranos Jaume Figueras y Angels Barceló, acompañados del lelo Antonio Muñoz Mesa (amigo de sus amigos y más dotado para sujetar vinitos que el micrófono de Canal Plus). Poco antes de las 6.00 a.m. íbamos directos a la cama tras presenciar una gala algo sosa visualmente (hace años que, por ejemplo, las coreografías que acompañan a las canciones candidatas dejaron de ser espectaculares), ágil (nadie habló más de la cuenta; hasta Peter Boyle fue conciso en su homenaje), poco pródiga en chistes memorables (el conductor Jon Stewart estuvo bien, pero no tanto como en su estreno hace dos años), escasamente sorprendente (Marion Cotillard, si acaso), no muy emotiva (se tuvo la condescendencia de permitir salir de nuevo a la co-ganadora del Oscar a la mejor canción, un hecho que honra a un programa televisivo que tiene fama de milimetrado) y con unos premios muy repartidos que tocaros a casi todos (La escafandra y la mariposa fue la gran perjudicada de la noche). Al final la lógica se impuso: Los Coen y su No es país para viejos ganó porque los académicos les otorgaron cuatro estatuillas que deberían de ser fundamentales en el que se debe considerar el mejor trabajo del año: película (naturalmente), dirección (¡menos mal que no se repartió entre dos producciones este año!), guión y un actor que articula la trama. Dario Marianelli fue uno de los premiados que más se merecían subir al escenario por una partitura fabulosa y, para mi gusto, el Oscar a Tilda Swinton fue de lo más satisfactorio (una gran actriz; una estupenda interpretación). Con la foto de ésta acompaño mi breve resumen de una ceremonia que en casa celebramos con menos refrescos y piscolabis de lo habitual y las habituales llamadas de la radio para intervenir en directo y descubrir que había quedado el último en el ránking de apuestas…

PS: ¡qué bien canta Amy Adams!