sábado, junio 17, 2006

Proust


Una ensalada de bote no me parece mala elección para hacer una comida sencilla y ligera -si no quieres emplear mucho tiempo en la cocina, ni tienes demasiado apetito-. También he probado las de bolsa, más naturales y que sólo has de aliñar al gusto, pero las de bote son un capricho: rusa, de cangrejo -soy alérgico al marisco, pero el surimi no me afecta- de pasta, de pollo,... Son más sabrosas y económicas dependiendo de la marca, claro, pero de todas ellas la "americana" es la que menos me complace. No acierto con esta variedad en ninguna de las casas que la comercializan: el primer bocado me sabe a pegamento de ese del bote azul que los niños de los setenta empleábamos en el cole para las manualidades y con el que hacíamos unas bolitas estilo moco que disfrutábamos cochinamente. Voy a dejar de comer estas ensaladas en particular, porque semejante símil, aunque evoca una época feliz de mi vida y me ayuda a rememorar gratas situaciones "escatológicas" escolares, acaba por dejarme el paladar pegado y me estropea el resto de la manduca. Pero no puedo dejar de preguntarme qué le dará tal sabor: la salsa, la verdura, los conservantes, los colorantes, ...(?) A lo mejor es que usan todo el exdecente de aquél pegamento... Espero con morbo toparme con un alimento que huela a las gomas de borrar de "nata".

1 Comments:

Blogger Antonio Tausiet said...

Penúltima línea: "exdecente". Los mejores juegos de palabras provienen siempre de gazapos. Saludos, exdecente... desde que abriste este blog.

10:23 a. m.  

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